Cuando muera,
no pretendáis guardarme en una urna.
Tomad mis ojos
para que un niño goce del mar y el arco iris.
Mis ríñones
para regenerar una sangre de doncella
o liberar a una madre encadenada.
Tomad mi corazón
para que un joven pueda seguir amando...
No se qué más podré aportar,
pero si es algo
tomadlo sin reservas.
Allá a donde yo voy
todo me será dado.
Convertidme después en humo blanco,
Sara Sanz
No hay comentarios:
Publicar un comentario