lunes, 8 de junio de 2009

LA COMUN-UNIÓN




La común – unión, cuantas veces en nuestra vida escuchamos esta palabra, cuantas veces en la vida nos hacen escuchar esta palabra, cuántas veces en nuestras vidas repetimos y dejamos pasar sin escucharnos a nosotros mismos la palabra COMUNION. Entregar y recibir, dar y aceptar. Entregar y acoger, palabras que parecieran antónimos u opuestas en sus significados y aquello no es tan cierto, son palabras que solas por sí mismas no existen en la grandeza de su origen y concepto encierra “dar sin recibir, no es dar y recibir sin dar, no esa recibir”.

Esta forma de entender las cosas me nació tan espontánea, me emergió tan increíblemente lógica, que hoy considero de una naturaleza y de una profundidad y significado emocional, que increíblemente el común de la gente no la entiende con facilidad, es que si recibo tanto amor, es mi deber, dar amor y devolverlo más pleno y más grande. Mayor es cuando el valor de amor sustenta la acción de entregarlo a alguien desconocido con la misma fuerza como lo recibí, así entonces más grande será ese amor que le doy a otros, a muchos otros, tan otros que ni siquiera les conozco, tan otros que ni siquiera sé de sus existencias, tan otros que no siquiera sé si algún día llegaré a conocerlos, a verlos.

Ése es un dar extraordinario, extraordinariamente grande y más aún si se está dando algo de quien es muy querido se lo y, se lo están dando a alguien que no conozco, ni siquiera sé su nombre o sus nombres, esa acción es maravillosa, esos son los momentos de la mayor demostración de amor y generosidad: dar algo de alguno o alguna de las personas que más se quiere y enviarlo a quien no conozco, es divino, eso es vivir, eso sólo Dios lo sabe hacer, sólo Jesús capaz de dar su vida por los demás y esos demás para Jesús no eran solo los que estaban en el camino por donde transitó al Calvario, esos demás no sólo eran aquellos que le habían conocido en sus prédicas, esos demás eran todos, eran desconocidos, esos demás nunca los podría ver, esos demás y demás y demás, llegan hasta nosotros hoy, esos demás han sido y siguen siendo todos los hombres y mujeres de la Tierra. Jesús hizo esto y más aún, sabiendo que hay un solo hijo de Dios.

Pero en mi caso , hay una persona que también hizo eso, que en algún lugar de este territorio, en algún momento de su mayor dolor por ese ser que allí estaba, definitivamente entregado a Dios, en esos instantes, fue capaz de decir a desconocidos, que allí en su entorno estaban : - “Sí, doctor. Sí, señor. Yo permito que parte de este ser que tanto me hace llorar y tanto siento… que parte de él intente y sirva para salvar y prologar la vida de alguno o alguna de sus demás; esa es una persona que no conozco pero, sé claramente que desde el momento, que desde aquí, sale este órgano, yo también le consideraré mi hermano”-.


Es por eso, mi señor, que yo, este humilde ser humano, no puede más que transformarse en tu eterno agradecido, por mí y por mi familia, por todos los que me rodean , por todos los que te rogaron a ti, mi Dios, por que este milagro se produjera, agradecer al médico que me dijo:-“ Hernán, no te desesperes aún en saber quien es tu donante, él o ella, sólo entiende que esto te lo envió Dios mediante una persona o más personas, hermanas de Dios, hijas de Dios, Dignas de Dios, que decidieron hacer posible la vida de otro ser humano¡¡-“.

Esto hace tan maravillosa la fusión que se ha producido, que no sé cunado llegó, no sé cómo entró, no sé dónde está, sólo sé que la Común- Unión de un hermano o hermana con Dios, ha prolongado y permitido esta nueva vida.

No sé a cuántos o cuántas debo agradecer; sólo sé que gracias a Dios. Gracias a mi enfermedad he llegado a lo más sublime del ser humano, como es este sentir que el amor, la solidaridad y el cariño con él y por el prójimo existen, es cierto, porque hay seres superiores de corazones infinitos y de sentimientos maravillosamente grandes, capaces de decir : “Dios mío, disponed del cuerpo de mi hijo, hija, hermano, hermana, mi padre o madre, esposo o esposa, y lleva este órgano a quien desde este instante ya es mi hermano, que está muriendo y que, gracias a esta acción podrá vivir”-

Esta es la COMU – UNION, la unión de dos seres permitido mediante la acción de la ciencia, de la solidaridad, del amor y, esencialmente de la presencia de Dios que tiene en la Tierra, hijos tan bellos, nobles y tan semejantes a él como aquellos que permitieron este milagro.

Gracias Dios Mío, por permitir el milagro, que bien merece estar a tu lado eternamente esa persona. Y sus familiares, en un instante de profundo dolor fueron capaces de dar esta posibilidad de vida que es hoy la comunión de tantos y de todos.

Por: Hernán Aguilera- Trasplantado Hepático.

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