domingo, 5 de abril de 2009

LOS VACIOS LEGALES QUE GOLPEAN....



Tengo 27 años, estoy trasplantada de hígado desde hace dos. Mi donante fue un amigo, Walter, un caso muy conocido en los medios. Decidí escribir porque necesito ayuda para poder pelear por mis derechos y por los que vienen atrás mío.

Hoy, gracias a Dios, tengo una muy buena salud, que me permite trabajar 9 horas y continuar mis estudios en la Universidad del Salvador para recibirme de Contadora Pública.

Quiero decir que hoy en día no existe una legislación que nos ampare como a las personas discapacitadas. Sé que hay un proyecto de ley que duerme en el Congreso desde hace cuatro años. Pero nosotros, los trasplantados, considerados para algunos los "distintos", estamos olvidados por nuestros legisladores.

Hace poco pasé por una situación muy fea. Me sentí discriminada. Quería otro trabajo que me permitiera crecer en lo que será mi profesión. Fue así que la semana pasada tuve una entrevista de empleo. Todo estaba perfecto, reconocieron el gran valor que tengo en lo laboral y me propusieron otro puesto de trabajo, distinto del que estaban buscando. Yo escuché toda la propuesta, la persona estaba muy contenta conmigo. Hasta que mi sinceridad arruinó todo.

Y sí, decir que era trasplantada cambió el tono de la conversación: con un "nosotros no discriminamos" se terminó todo. Después, me contestaron: "Nosotros tenemos una persona especializada que nos dice, según como estés, si te podemos tomar o no". Yo le contesté que mi vida es totalmente normal, como la de cualquier persona. Y bueno, el final ya se lo pueden imaginar...

Hoy, gracias a Dios, tengo trabajo, pero la tristeza muchas veces invade mi corazón porque esta sociedad no me permite ser mejor, con todo el esfuerzo y empeño que yo pongo para seguir día a día. Hay muchas cosas que ajustar, porque yo tomo muchos complementos de medicamentos y el precio es cada vez más alto. ¿Cómo hacen aquellas personas que no pueden trabajar? Para comprar los remedios tenemos que hablar de un costo aproximado de $ 300 al mes.

Necesito ayuda. ¡Yo sola no puedo! Necesito que alguien "mueva" esa ley y que a través de ella se obligue a las empresas a tomar en su planta de empleados a personas trasplantadas. Yo soy una persona normal, con defensas un poco más bajas que el resto, pero vivo, pienso y siento como todos.

Evangelina Centurión Cienfuegos.
centurion-eva@hotmail.com


EL COMENTARIO
Teléfono para los legisladores

Los trasplantados suelen decir que para ellos la verdadera batalla comienza después del trasplante, una vez conseguida el alta médica. Cuando tienen que enfrentar la "vida de todos los días" y asumir los tratamientos costosísimos, los medicamentos que no se consiguen y las puertas que se cierran empujadas por la discriminación y, sobre todo, por la ignorancia.

Según pudo saber Clarín, no hay en trámite parlamentario proyectos que contemplen la situación de los trasplantados. Ellos son noticia cuando protagonizan una historia mediática, como la que vivió Evangelina, que los lleva a las tapas de los diarios o a los espacios estelares de la televisión. Pero allí termina todo, cuando en verdad recién está empezando.

Hay proyectos para todos los gustos y colores, pero ninguno pasa el umbral del voluntarismo. Evangelina quiere una ley para los trasplantados que contemple cupos y oportunidades laborales. No pide nada para ella, sino para los demás. Y no lo hace a cualquiera, sino a los legisladores de la Nación, en estos días metidos de lleno en la campaña política. El reclamo queda debidamente planteado.

Osvaldo Pepe
opepe@clarin.com


A nosotros nos pasa lo mismo que a Evangelina. Mi hijo recibió un trasplante de médula ósea no relacionado hace un año y aún no puede conseguir trabajo. El es licenciado en Administración de la UBA, tiene 28 años, con experiencia laboral, conoce de inglés y es ayudante de cátedra ad honórem en esa Facultad. Pero sufre la misma discriminación al ser sincero y contar por qué durante dos años no trabajó.

Llevé una carta al Ministerio de Trabajo, la enviaron al sector discapacitados y a pesar de toda la documentación que tenemos nos piden un certificado de la junta médica del Incucai. Le envié también una carta a la viceministra Noemí Rial y nunca obtuve respuesta. ¿Qué pasa, hay que mentir cuando vemos que en todos los organismos públicos pululan los acomodados o ñoquis que cobran sueldos siderales para hacer nada?

Stella Aimar; stellaaimar@yahoo.com.ar


Con el fin de apoyar en un 100% lo expresado por Envangelina en su carta, pongo a disposición de algún legislador/a un proyecto de ley del trasplantado. El mismo incluye medicación secundaria, reinserción social, discapacidad, nutrición, etc.

Quizás se puedan hacer de un tiempo libre en su abultada agenda, llena de compromisos preelectorales, para de una vez ponerse en el lugar del otro. Y algo más. ¿Sería demasiado utópico soñar con algún organismo estatal que tenga una dependencia o subsecretaría cuyo nombre sería "de post-trasplante"?

Marisa Sánchez.
txserhumano@yahoo.com.ar

Con respecto a la carta enviada por la señorita Evangelina Centurión, les comento que en nada me asombra lo sucedido. Yo estoy trasplantada de hígado desde hace seis años. Y si tengo actualmente trabajo es porque lo mantengo desde antes de la operación.

No he probado cambiar de empleo justamente por ese motivo: sé que, llegado el momento, mi condición de trasplantada sería causante de que no me dieran el puesto. Esta es una de mis preocupaciones ni bien empecé a recuperarme de mi trasplante.

Este invierno fui la única persona que no he faltado a trabajar. No he tenido ni una gripe. Pero, en fin, trabajo, voy al gimnasio, no hago dietas especiales. Me voy de vacaciones, tomo sol, puedo tener hijos. Quisiera decirlo claramente: somos personas normales, salvo para que nos den un trabajo, según parece.

Dina Maysonnave.
dinamaysonnave959@hotmail.com

http://www.clarin.com/suplementos/cartas/2007/09/09/CartasEscuchar.htm
http://www.clarin.com/suplementos/cartas/2007/09/16/CartasIdayVuelta.htm

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