lunes, 4 de mayo de 2009

UN TRASPLANTE...!!!!!!


A la innegable importancia sobre los avances en materia de transplantes realizados en la Argentina, se suma el orgullo de que uno de los líderes médicos de la Fundación Favaloro sea oriundo de nuestra ciudad.
En rigor, el doctor Alejandro Bertolotti nació en la misma Clínica Modelo adonde disertó para un grupo de profesionales sobre el trasplante cardíaco, sus orígenes, las enfermedades que llevan al problema y la elección de los pacientes. De muy chico fue trasladado a la localidad de Venado Tuerto donde pasó su infancia. Egresó como cirujano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Rosario. En el año 2001 ingresó al área de trasplantes de la Fundación Favaloro. Está casado y tiene cuatro hijas.
—¿Qué circunstancias llevan al paciente a tener que transplantarse?
—Una de las patologías más graves es la insuficiencia cardiaca que, entre otros orígenes, proviene de la enfermedad coronaria. Básicamente, el corazón (o miocardiopatía) dilatado por motivos desconocidos o sucesivos infartos son motivos de trasplante. El problema es que no se logra inyectar la cantidad de sangre que el organismo necesita.
—¿Cómo es la calidad de vida del paciente en ese momento?
—En una etapa terminal de la insuficiencia, el corazón toma un tamaño mucho más grande de lo que debería tener. La fuerza que hace el músculo cardíaco para inyectar la sangre disminuye de un 70 % a un 20 % o menos. El paciente no tiene capacidad de ejercicio porque no puede caminar sin agitarse. Tiene una sensación de falta de aire permanente y, cuando la situación es muy grave, el enfermo no puede vestirse, cambiarse o realizar otras tareas cotidianas.
—¿Y cuáles son las consecuencias?
—Al disminuir la capacidad funcional del músculo cardíaco, la dilatación hace que muchas veces se formen coágulos dentro del ventrículo y que los pacientes tengan que estar anticoagulados (endurecimiento de la sangre). También presentan arritmias severas que requieren marcapasos o cardiodesfibriladores (aparatos que generan un pequeño shock eléctrico en el caso de que aparezca una fibrilación ventricular, o sea una arritmia severa en la que el corazón prácticamente deja de latir y que causa en varias ocasiones la muerte súbita).
—¿Qué características tienen los problemas de compatibilidad de los órganos en el trasplante cardíaco?
—El gran escollo que ha tenido la trasplantología fue desarrollar las técnicas quirúrgicas para poder hacer el cambio de órganos. Se logró durante la década del 60. Luego había que tratar de que no hubiera rechazo del organismo. Cada uno de nosotros tiene una identidad personal que es defendida por nuestro sistema inmunológico. Dicho de otra manera, es como si cada uno de nosotros tuviera un código de barra. Si yo pongo un tejido de otro organismo, el sistema de defensas de mi cuerpo lo va a chequear. Si ese código de barras que pertenece a otra persona no es reconocido por mi cuerpo, naturalmente mi sistema inmunológico va a reaccionar atacando.
—¿Hay medicamentos desarrollados para los problemas de incompatibilidad?
—A lo largo de los años han aparecido inmunosupresores que frenan ese ataque inmunológico del organismo para evitar el rechazo. Pero tiene un precio, porque si yo bajo demasiado las defensas, estoy exponiendo al paciente a cualquier infección o ataque externo de otras enfermedades. Hay que encontrar entonces un equilibrio en la inmunosupresión, y sobre todo durante el primer año luego del trasplante en el que hay que subir y bajar dosis, hacer muestras de sangre, biopsias del órgano, mirar por el microscopio para ver si no hay rechazos. Es un trabajo artesanal, minucioso y que no termina nunca.
—Entonces el paciente está en tratamiento permanente.
—Nosotros siempre decimos que el trasplante es similar a cambiar una enfermedad por otra, porque de estar en un estado grave se pasa a un estado que le permite al paciente recuperar su calidad laboral, comienza a ser productivo y tener condiciones físicas plenas. Incluso hay pacientes que han llegado a competir con un trasplante cardíaco o también pulmonar. La capacidad cardiorrespiratoria de un deportista es fundamental. El impacto de vida que tiene un paciente trasplantado es enorme.
—¿Qué criterios tiene en cuenta la Fundación Favaloro para seleccionar a sus pacientes?
—Hay que volver a hablar de los problemas que tiene todo trasplante. Todas aquellas enfermedades que puedan empeorar como consecuencia de la inmunosupresión. Si hay una infección o un proceso cancerígeno y no lo advierto en el momento de transplantarlo, el organismo se va a complicar. Es por eso que durante el proceso de selección de los pacientes, voy a investigar desde la punta del pelo hasta la uña de los pies los problemas previos que el enfermo pueda tener y que puedan empeorar después del trasplante. Hay que hacer estudios exhaustivos.
—El avance de las técnicas ¿ha disminuido las restricciones para transplantarse?
—Se van abriendo cada vez más puertas. Antiguamente, si además de la falla cardiaca había una falla renal, estaba la posibilidad de efectos colaterales, entonces no se lo transplantaba. Hoy, el avance ha posibilitado que puedan transplantarse simultáneamente los dos órganos. También se ha prolongado la edad de trasplante. Actualmente tenemos pacientes de más de 65 años que son considerados aptos, ya que la prevención de otras enfermedades ha mejorado las expectativas de vida de las personas. Lo que antes era un límite, hoy es una posibilidad.
—El diario La Nación publicó una nota hace dos años sobre una revolucionaria técnica en el trasplante de pulmón.
—Es uno de los trasplantes más jóvenes en toda la historia, porque es uno de los órganos más difíciles de cambiar y conseguir. La escasez de órganos nos obliga a poner toda la creatividad para aportar soluciones. Una de las pautas fundamentales que tiene este tipo de cirugías es que el órgano sea de un tamaño parecido al que tiene que colocársele al receptor. Naturalmente hablando, el pulmón tiene una serie de gajos similares a los de una mandarina (del lado derecho hay tres y del izquierdo dos, y cada partecita lleva el nombre de lóbulo). Entonces, si tengo un pulmón grande, de adulto, lo puedo dividir en dos minipulmones que se los puedo colocar a un nene chiquito, por ejemplo.
—Desde el punto de vista ético, ¿qué nivel de transparencia tiene el sistema de trasplantes en nuestro país?
—Actualmente contamos con una herramienta informática para las estadísticas que permite acceder a las cifras sobre trasplante en la página del Incucai (www.incucai.gov.ars). Hoy la Argentina cuenta con esa transparencia en el sistema. Con esa información, uno puede saber cuántos centros transplantan pacientes, qué instituciones están habilitadas y quién hizo más intervenciones.
—Entonces, ¿puede descartarse la posibilidad de tráfico de órganos en la Argentina?
—La actividad transplantológica depende de la donación de órganos, que históricamente está cubierta por alguna sombra de sospechas. No hay ninguna evidencia demostrada ni denuncia hecha sobre el comercio de órganos. La ley que regula la actividad de trasplantes es muy completa, contempla muchos aspectos, establece todos los parámetros necesarios de legalidad y transparencia y está muy bien redactada. Además, es imposible hacer trasplantes en la clandestinidad, porque es mucha gente la que interviene, incluyendo un equipo de profesionales que tiene que estar entrenado. Asimismo hay que disponer de una alta tecnología.
—¿Qué problemas existen en el momento de transportar los órganos de un lado al otro?
—En lo que respecta a trasplantes intratoráxicos, los tiempos son muy cortos. En un país tan extenso como el nuestro, se deben organizar las cosas de manera tal que se pueda llegar a hacer el implante en el menor tiempo posible. Teniendo en cuenta que la intervención quirúrgica lleva varias horas más, los equipos de trasplante tienen catalogado la duración: si se prevé que va a llevar más tiempo de lo aconsejable, el trasplante no se realiza con los órganos de ese donante específico. Nosotros (la fundación) contamos con una ventaja que es estar prácticamente en el centro del país, como así también de tener una disponibilidad de aeroflotas desde Buenos Aires hacia cualquier punto del país.


Evolución y extensión de plazos

La trasplantología actual cuenta con una avanzada aplicación de nuevas tecnologías a la medicina. Se han logrado superaciones en la medicación, los trasplantes simultáneos y la fabricación de inmunosupresores.
—¿En qué estado de evolución se encuentra el corazón artificial?
—Hoy existen varios modelos, pero que tienen una limitación: por ser un aparato artificial siempre tiene una conexión con el exterior para abastecerse de energía, que, como todo lo externo, es una puerta de entrada para infecciones. Además, la interfase de la máquina con la sangre es un problema, porque ésta, al contacto con un tejido no biológico, reacciona coagulando. La solución sería dar anticoagulantes que a su vez pueden generar hemorragias en otros puntos del organismo. Por eso no se puede hablar aún de un reemplazo mecánico absoluto.
—¿Qué otras ventajas ha brindado la tecnología?
—Existen también máquinas que mantienen el metabolismo. Para hacer un trasplante cardíaco se necesita un donante cadavérico, que tenga muerte cerebral y su corazón quede latiendo. El paso siguiente es sacar el corazón del cuerpo y excluirlo de la circulación sanguínea (si no reciben sangre, las células mueren) inyectando una solución fría para bajar la temperatura del órgano para que su metabolismo disminuya. A partir de ese momento hay un plazo de cuatro horas para llevar el corazón hacia el receptor y volver a conectar el órgano hacia el torrente sanguíneo. La tecnología nos ofrece entonces una máquina para conectar el corazón y hacerlo trabajar normalmente, como si estuviera dentro de una persona. Lo que permite ese sistema artificial es alargar el plazo de vida del tejido. Uno lleva la máquina donde quiere y realiza el trasplante en el plazo que desee.


Para destacar

La Fundación Favaloro realiza toda la variedad de trasplantes que se puedan hacer: cardíacos, pulmonares, cardiorrespiratorios, renales, páncreas, hígado, riñón, intestino, de médula ósea e inclusive multivicerales. Es uno de los centros clínicos que más trasplantes realiza en Sudamérica.
El equipo de trabajo de Alejandro Bertolotti está compuesto por un núcleo de cuatro cirujanos, cuatro cardiólogos y tres neumonólogos. Al respecto, el profesional destacó que “detrás de este equipo hay un equipo de psicólogos, asistentes sociales, enfermeros, kinesiólogos, infectólogos, personal administrativo, del cual dependemos fundamentalmente. En un trasplante hay que hablar de más de 100 personas involucradas”.
“Los pilares fundamentales de la Fundación son asistencia, docencia e investigación. Ese es el legado que nos dejó el doctor Favaloro, quien creó la fundación con esos fines que hoy son una parte medular de nuestro trabajo cotidiano”, aseguró.

http://www.eldiariodeparana.com.ar/textocomp.asp?id=169509#

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