martes, 3 de marzo de 2009

LOS TRASPLANTES EN LA CULTURA


Las posibilidades científico-técnicas de realizar un trasplante de órganos aparecen en el inicio del Siglo XX; sobre la idea de reemplazar un órgano enfermo por un órgano sano, que es casi tan antigua como la humanidad. Desde los relatos bíblicos que aluden a la creación del hombre, encontramos algunos ejemplos como la costilla de Adán extraída para dar origen a una nueva vida, el milagro de San Cosme y San Damián en el imaginario cristiano, narra el modo en que la pierna cancerosa de una persona de piel blanca es reemplazada por la de un muerto reciente de raza negra, pasando por las metamorfosis en la mitología egipcia, Horus ,con cuerpo de hombre y cabeza de halcón; en la cultura grecolatina,los relatos de seres híbridos: las sirenas y los centauros, mientras en la hindú , El Mahabharata, libro sagrado hindú, narra la leyenda de Ganesha, a quien su madre había encomendado proteger la entrada de su casa negándole el paso a cualquiera. Fiel a su mandato se enfrentó con su padre, quien por atravesar el umbral de la casa decapita a su hijo; para aplacar la desesperación de la madre, el esposo le pone a Ganesha una cabeza de elefante y en los pueblos precolombinos; las expresiones pictóricas y plásticas nos permiten observar manifestaciones culturales que nos hablan de cuerpos a los que se les ha cambiado algún miembro u órgano.
La historia de la literatura, por su parte, nos muestra una larga saga de relatos que van desde la leyenda griega de Pigmalión, un príncipe que construye una estatua de una bella mujer a la que una diosa le da vida, hasta el Golem (una criatura de arcilla animada) en la tradición judía, cruzando la historia antigua y medieval pasando por los clásicos del Siglo XIX como Franskestein, llega hasta nuestros días con los robots o la posibilidad de crear criaturas animadas por computadora.
Estas narraciones hablan de la inquietud del hombre por crear criaturas a su imagen, semejanza; otorgarles y extenderles la vida. Las historias de la ciencia-ficción más moderna imaginan escenarios donde los trasplantes de órganos permiten a las personas vivir cientos de años y donde se plantea incluso la posibilidad de implantes cerebrales para potenciar las funciones del cuerpo. Estos antecedentes nos permiten afirmar que la concepción de alargar, salvar o crear la vida a través de un trasplante recorre buena parte de la historia de la humanidad.
El siglo XVIII, con el auge de las teorías sobre la anatomía y la fisiología de los cuerpos, muestra una serie de intentos de la ciencia de la época por imitar o recrear las funciones corporales en criaturas artificiales. En general los intentos se realizaban sobre animales, ya que se suponía que tenían un organismo más elemental, pero con la intención última de poder reproducir la fisiología humana.
Mas allá de los relatos ficcionales y mitológicos o de estos rudimentarios y en general fracasados intentos científicos, lo cierto es que recién a mediados del siglo pasado, la investigación permitió demostrar lo siguiente: al contrario de como lo creía la ciencia hasta ese momento, que suponía que la esencia funcional de los diferentes órganos estaba dada por un espíritu vital que coordinaba la supervivencia en conjunto, los órganos bañados por fluídos biológicos (la propia sangre o preparados químicos especiales) pueden seguir manteniendo su función aún cuando la persona a la que pertenece ese órgano haya muerto. Este descubrimiento no cierra la historia literaria, pero inaugura la historia médica de los trasplantes.

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